El número de golpes de chapa parece estar en tendencia ascendente. Así se deduce de los datos registrados en 2018: 1,93 millones de “golpes de chapa” (accidentes leves, sin daños personales) se registraron el año pasado, lo que supone un incremento del 0,11% respecto al año anterior. Además, el dato de 2018 refleja el mayor número de accidentes leves desde el año 2010. ¿Por qué es significativo este dato? Porque desde siempre se ha vinculado el número de golpes de chapa a la situación económica de un país. Con la crisis económica hay menos coches circulando y la siniestralidad cae, mientras que en épocas de bonanza económica sube.

Estamos en pleno invierno y si algo hay claro en esta época del año es que suele haber un aumento de las colisiones por alcance o golpes de chapa debido a las condiciones climatológicas. Por un lado, la meteorología propia del invierno (menos horas de luz, lluvia, granizo, nieve etc.) complica la visibilidad en carretera, comprometiendo la seguridad vial. Por otro lado, la adherencia a la calzada del coche también se vuelve más complicada debido a la presencia de agua, hielo, nieve etc.

Seguro que has oído muchas veces la expresión “colisión por alcance”, aunque la mayoría de los automovilistas empleamos una fórmula mucho más coloquial: “golpe de chapa”.

Dicen que más vale prevenir que curar y esto es aplicable a muchas facetas de la vida. Ser precavido es intentar que lo malo no ocurra, ya sea lo malo una enfermedad o una avería en el coche… o un golpe de chapa. ¿Pero cómo prevenimos?

¿Alguna vez has pensado en la relación entre el uso de los intermitentes y los golpes de chapa? Cuando pensamos en un golpe de chapa quizás solemos pensar en el típico golpe por alcance. Esa situación en la que, por no haber guardado suficiente distancia de seguridad, un coche golpea al vehículo que da delante.