El coche que fabricaron juntos Mercedes, Porsche y Volkswagen y otras 'joyas' escondidas ¡medio siglo!

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El Museo Nacional del Automóvill de Irán reabrió sus puertas el pasado mes de noviembre de 2021. Desde el mismo día de su reinauguración tras seis años cerrado, el recinto se ha convertido en uno de los lugares más visitados por los ciudadanos de la capital. En sólo mes y medio desde su reapertura ya habían pasado por allí cerca de 25.000 personas ¿Dónde está su éxito?

Los muchos visitantes que cada día acuden al Museo Nacional del Automóvil de Irán, situado en Karaj, a pocos kilómetros de Teherán, no tiene tanto que ver con su afición por los automóviles sino por el afán de satisfacer su curiosidad.

Y es que el museo alberga 55 coches, dos autocares y cuatro motos que pertenecieron a la familia real de Irán antes de que fueran derrocados por la revolución islámica de 1979 encabezada por el ayatolá Jomeini.

El lujoso estilo de vida que la familia real iraní disfrutó durante las casi cuatro décadas del reinado de Mohamed Reza Pahleví trasciende también a su enorme colección de vehículos.

Ejemplares de marcas tan prestigiosas como Rolls-Royce, Ferrari, Lamborghini o Porsche se exhiben en los más de 11.000 metros cuadrados que tiene el museo, que había permanecido cerrado desde 2015 por la renovación del edificio y de muchos de sus vehículos.

El MPV Teherán

Uno de los vehículos que despierta mayor atención es el MPV Teherán ¿Qué tiene de especial? Este coche logró algo único en la historia de la automoción: que los tres grandes fabricantes de coches alemanes (Mercedes, Porsche y Volkswagen) se unieran para crear un coche único y exclusivo, un auténtico one-off.

Sucedió a principios de la década de 1970 cuando el gobierno germano quiso congraciarse con Irán, en aquel entonces toda una potencia gracias al petróleo y las ayudas que recibía de Estados Unidos.

Fue el canciller Willy Brandt el que propuso a las tres marcas que crearan un coche que se regalaría al príncipe heredero (Reza Ciro Pahleví), de 12 años, para que aprendiera a conducir. Mercedes-Benz, Porsche y Volkswagen (MPV, de ahí su nombre) aceptaron el reto y así nació el MPV Teherán para el hijo del Sha de Irán.

Este singular ejemplar es un monoplaza descapotable de color naranja. Mide 3.850 mm de largo, 161,5 de ancho, 910 de alto y tiene 2.258 mm de distancia entre ejes. Su motor, de cuatro cilindros y 80 CV, le permite alcanzar los 170 km/h.

No obstante, la particularidad de este modelo único está en que cuenta con dos llaves. Una, plateada, que limita la velocidad a 30 km/h y otra, dorada, que permite acelerar hasta su velocidad máxima.

Inmovilizado desde la revolución de 1979, que derrocó a la monarquía Pahleví, el MPV Teherán permaneció varias décadas 'escondido' y ahora hace soñar a los visitantes del museo, inagurado en 2001.

Otras joyas (algunas, literal) sobre ruedas

Otra coche singular que pueden admirar los visitantes es un Mercedes 500 K Autobahn Kurier, con la carrocería en color crema y verde, que Adolf Hitler regaló a Reza I de Irán (padre de Mohammed) en 1934.

Lo que le convierte en un coche excepcional es que, de los seis construidos por la marca alemana, cinco fueron destruidos durante la II Guerra Mundial. Por tanto, el único superviviente es éste del museo iraní, que se ha resistido a revendérselo a Mercedes a pesar de su empeño por recuperarlo.

En cambio, fue el estado iraní el que sí recuperó un Rolls-Royce Silver Ghost de 1922 de color negro tras una dura batalla judicial que se inició en 1979, justo cuando la revolución de los ayatolás derrocó al Sah de Irán.

Seis meses antes de la revolución, el coche fue enviado a la factoría de la marca británica para ser reparado. Tras la caída de la monarquía, la familia Pahleví exigió a Rolls-Royce que se lo devolviera, alegando que pertenecía a su dinastía. No obstante, un tribunal del Reino Unido dictaminó que era propiedad del estado iraní.

El Pierce-Arrow y sus terminaciones en oro

Los coches expuestos son un claro ejemplo de la opulencia que rodeó a la familia real durante su reinado. No solo las exclusivas marcas y las elevadas prestaciones que ofrece cada uno de estos vehículos hablan por sí solas.

Así, las terminaciones en oro abundan en varios coches. El mejor ejemplo es un Pierce-Arrow (A Model), un coche de fabricación estadounidense, que costó en 1930, unos 30.000 euros —era el más caro del mundo en su época—, cuando el presupuesto total de Irán era de unos 211.000 € (240.000 dólares), es decir, casi una octava parte de los fondos que manejaba el Estado.

Los parachoques, el parabrisas y los faros de este singular vehículo son cromados-dorados y en las puertas figura el escudo imperial. Antes de ser derrocado, Mohamed Reza utilizó este coche en ceremonias reales, incluido su matrimonio con su segunda esposa Soraya y para el funeral de su padre Réza Sah.

Otro modelo único que se puede observar en el museo es un Chrysler 300. Se trata de un coche personalizado cuya particularidad está en que monta dos baterías: una para una nevera y el gramófono, y otra para el motor.

El vehículo más antiguo exhibido es un carruaje de 1854, adquirido durante la dinastía Qajar y fabricado en Austria. La última adquisición fue un Porsche 928, que Mohamed Reza nunca llegó a conducir al exiliarse tras triunfar la revolución.

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