Unos cuantos años antes de que Elvis Presley naciese y consiguiese el apodo de ‘El rey’, había otro rey en Hollywood: Clark Gable, el rey de Hollywood. Un actor que vivió la era dorada del cine clásico norteamericano y que, a día de hoy, es considerado como uno de los 10 mejores intérpretes de todos los tiempos. Todo un dandy impecable, seductor y máximo exponente de la masculinidad de entonces, a la ecuación Clark Gable no podía faltarle el factor ‘coches’.
El actor fue un apasionado. De la vida, de las mujeres (se casó cinco veces), de la aventura (deprimido por la muerte de su tercera esposa se alistó y participó en la 2ª Guerra Mundial y Hitler llegó a poner precio a su captura) y, por supuesto, de los coches.
Lo conocerás por el personaje al que más manía tenía el actor, Rhett Butler, el galán en Lo que el viento se llevó. Pero Clark Gable participó en grandes películas, como Rebelión a bordo, Vidas Rebeldes, Mogambo y Sucedió una noche, el film que le valió un Óscar de la Academia. Trabajó con los mejores directores, las mejores actrices, los mejores actores… Siendo así, es lógico que su gusto automovilístico se enfocase en los vehículos de lujo de la época, ¿verdad?
A medida que su fama y fortuna personal se incrementaban, Gable refinaba su gusto y se volvía más selecto respecto a los vehículos que pasaban a ocupar un lugar es su garaje. Algunos de los coches más emblemáticos que pasaron por las manos del actor fueron un Duesenberg Model JN 1935, un Packard Eight Convertible Victoria 1938, un Jaguar 3.5-Liter Mark IV Drophead Coupe 1948, un Mercedes-Benz 300 SL Gullwing 1955, un Mercedes-Benz 300 Sc…
La cuestión iba más allá de comprar un coche caro. Por ejemplo, cuando el Jaguar XK120 fue presentado en el año 1948 Gable no dudó en hacerse con una unidad, pese a que podría considerarse un vehículo más ‘barato’ de lo que el actor podía permitirse. De hecho, le gustó tanto este coche que ¡acabó siendo el feliz propietario de otras tres unidades!
Y no sólo eso, sino que Gable llegó a escribir un artículo para la revista Road & Track. Fue en el año 1950 y en sus propias palabras el famoso actor trató de explicar sus experiencias a la hora de conducir este deportivo y cómo había podido comprobar que era posible alcanzar la velocidad máxima de 200km/h, ejerciendo como un auténtico ‘probador del coches’ para la publicación.
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