¡Las reglas están para romperse! ¿Y si pintamos un coche funerario de color blanco?

¡Las reglas están para romperse! ¿Y si pintamos un coche funerario de color blanco?

Los colores nos evocan sentimientos, referencias, emociones. Y no sólo a nivel personal. Cada cultura, cada sociedad asocia diferentes conceptos a los colores. Los interpreta de manera diferente. Uno de los ejemplos más claros lo tenemos en el color del luto. Para nosotros, en un pasado no tan lejano, fue el negro riguroso, de pies a cabeza. Pero el color del luto es el rojo en Sudáfrica, el amarillo en Egipto, el azul en Irán y Korea, el morado en Brazil y Tailandia…

Quizás las reglas sobre los colores se van diluyendo y la interpretación social del color se relaja, para dar protagonismo sólo a qué siente cada persona, cada individuo, frente a un color.

O simplemente se utiliza el color como una vía más para mostrar una imagen nueva y renovada.

¿Puede ser un coche fúnebre de color blanco? Bueno, ¿y por qué no? De hecho, lo vamos a ver en Madrid, donde la funeraria municipal ofrece coches fúnebres con pintura de color blanco.

Pero, ¿alguien se sorprende ya? Hemos visto coches de color rosa en la F1, hemos descubierto por qué los taxis de Barcelona son amarillos y negros e incluso hemos sabido de un coche funerario repintado que se usaba como reclamo para un bar.

“En la cultura europea, el negro es el color que tradicionalmente se asocia al luto. No obstante, en otras culturas como en los rituales budistas de Japón, China o la India, el blanco es el color predominante asociado a la palidez de la muerte.” Fernando Sánchez, gerente de la Empresa Municipal de Servicios Funerarios.

Como decíamos, el color está sujeto a interpretación. Abierto al universo de los significados.

Y, frente al peso de la tradición, surge la modernidad, lo distinto. Aunque para ser distinto haya que echar mano del color que utilizan en otras culturas.

El blanco es el nuevo negro. Así, en general. O eso parece. Lo vemos en las televisiones, en los smartphones, en las pasarelas. Y hasta en las funerarias.

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