¿Quién no se ha resfriado tras beber agua fría, cuando minutos antes estaba bajo un sol abrasador en la calle? ¿Quién no ha sufrido algún problemilla de salud cuando sale de un centro comercial o una calurosa oficina a la fría calle en invierno? Los cambios de temperatura tan bruscos suelen ser bastante agresivos. Sí, también para tu coche.
Cuando laves el coche, evita los cambios de temperatura bruscos
No, no estamos diciendo que tu coche se vaya a resfriar por pasar del calor de la calle al fresco interior de un garaje.
Pero la temperatura sí es algo que debes tener muy en cuenta a la hora de planificar el lavado del coche, si quieres que sea óptimo y cuidadoso con la pintura.
Como sabes, la chapa del coche, de componente mayoritariamente metálico y con algunas partes plásticas, puede calentarse mucho en primavera y verano, o incluso en invierno, si el vehículo está muy expuesto al sol.
Esta exposición deberías evitarla en general, ya que los rayos del sol pueden dañar por sí mismos la pintura del coche, causando que pierda brillo e intensidad.
Además, en el caso de que haya suciedad sobre la pintura, como deposiciones de pájaros, polen, polvo, resina etc., si el coche está expuesto al sol durante horas o días así, lo más seguro es que queden marcas en la pintura.
¿Y qué ocurre si nos ponemos a lavar el coche cuando la chapa está caliente? Pues que seguramente se marcarán las gotas de agua y de jabón ya que debido a la alta temperatura de la carrocería el líquido se evaporará rápidamente.
Por eso, como normal general, lo más adecuado es lavar el coche cuando está frío y no hace tanto calor, como a primera hora de la mañana o a última hora de la tarde. Además, es conveniente humedecer bien el vehículo antes de aplicar el champú y, especialmente en los días más calurosos, tener la precaución de secar la superficie de la pintura con algún paño de microfibra suave, evitando así que queden rastros de gotas secas.