Sin duda los faros son uno de los elementos que diseño que más personalidad dan a un coche. Y también de los que más sufren con el paso del tiempo, quedando feos, con micro rayados, opacos e incluso amarillentos.
Unos faros así dan un aspecto envejecido al coche, pero es que además es peligroso para tu seguridad en carretera.
Los faros. Los ojos de tu coche.
Los faros del automóvil también sufren intensamente, como parte integrada en la carrocería, las múltiples agresiones externas a las que se enfrenta el coche en la calle. El sol, las piedritas del asfalto, la suciedad etc. hacen mella en los faros, de forma que, al cabo del tiempo, las tulipas acaban perdiendo su transparencia original y luzcan opacas.
Y esto se traduce en una pérdida de visibilidad cuando más lo necesitas. En realidad, tu visibilidad se ve comprometida porque, al estar así los faros, opacos y amarillentos, pierden capacidad de iluminar el espacio por el que circulas. Los automovilistas solemos achacar esa pérdida de iluminación exclusivamente a las bombillas, cuando lo cierto es que los faros tienen mucho que ver en ello. De hecho, notaremos variaciones en el poder de iluminación con algo tan básico como llevar los faros limpios o sucios…
Por suerte, si los faros de tu coche se han quedado amarillentos no está todo perdido.
Una simple limpieza no bastará para eliminar el problema, ya que es más profundo.
Pero los faros se pueden pulir para restaurar la transparencia, mejorando así la seguridad vial.
Unos faros en mal estado incluso pueden ser la causa de no pasar la ITV, aunque lo que más debe preocuparte es que estarás perdiendo visibilidad durante la conducción y especialmente cuando más la necesitas (cuando llueve, cuando circulas de noche…)
El pulido de faros no es excesivamente complicado, aunque siempre es mejor acudir a un profesional ya que parte importante del proceso es proteger debidamente las zonas de chapa que están alrededor del faro para evitar que sufran arañazos relacionados con el pulido de los faros.