Sin ruedas y a lo loco: así se imaginaban el primer coche volador

Sin ruedas y a lo loco: así se imaginaban el primer coche volador

Toda innovación conlleva un cierto toque de locura, más o menos grande. Detrás de todo avance hay una persona que sueña lo imposible. Y el caso del coche volador no es para menos.

Hoy día parece más cerca que nunca. Y probablemente sea así. Por ejemplo, la comercialización de uno de los prototipos en los que más intensamente se trabaja, el Aeromobil, podría iniciarse en 2017. Otros ambiciosos proyectos, como el TF-X, aún no tienen fecha.

Pero el sueño del coche que vuela no es nada nuevo.

Sin ruedas y a lo loco: así se imaginaban el primer coche volador

 

‘En 50 años, los coches volarán como misiles’

No lo decimos nosotros. Era el titular del periódico Chicago Tribune allá por el año 1959 en relación a la presentación de un revolucionario prototipo de Ford: el Levacar, un vehículo diseñado, sí, para volar que quedó para la historia como el sueño de un ingeniero, el sueño de Andrew Kucher.

¿Su propuesta? Un coche sin ruedas que despegaba del suelo ayudado por la presión del aire y que sería capaz de alcanzar los 800 kilómetros por hora. La idea era que este curioso vehículo se desplazaría sobre una película de aire, sin llegar a tocar el suelo.

Ford llegó incluso a fabricar y presentar un prototipo a escala humana. Por supuesto, este vehículo no era concebido para el público medio, sino como un lujo para un determinado tipo de cliente.

Pero en aquel momento era algo excitante y excéntrico. Y es que el coche era capaz de ‘levitar’, de elevarse sobre el suelo gracias a un sistema por el que se dirigía la presión del aire de manera que el prototipo, asombrosamente, se levantaba sobre el suelo. El ‘truco’ valía para las presentaciones y para maravillar a los periodistas, pero los planes del ingeniero Kucher contemplaban que el modelo final dispondría de una turbina para autopropulsarse.

Planes que se diluyeron en el tiempo. Hoy, el coche volador, parece estar a la vuelta de la esquina. Pero, ¿volverá a quedar en una excentricidad para el recuerdo? ¡Tiempo al tiempo!

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