Son llamativos y bonitos. Envidiamos secretamente a quienes viajan en ellos, con la melena ondeando al viento. Sí, los vehículos descapotables son un sueño para muchos, un sueño de luz y verano… Pero tienen sus contraindicaciones. ¿No te lo crees?
Desde los albores de la historia, el ser humano ha tratado de guardarse de las inclemencias del tiempo. Cuevas, chozas, casas y medios de transporte se han ido mejorando en aras del progreso y el confort. ¿El objetivo? Que nada perturbe nuestra comodidad: ni el agua de la lluvia, ni el granizo, ni el viento, ni el calor, ni el sol justiciero del verano.
Sin embargo, los descapotables parecen casi una contradicción. Y aún así, o quizás por ello, nos gustan.
¿Conduces un descapotable? Cuidado con el sol veraniego
¿Conoces las consecuencias de una continuada exposición al sol? A parte de quemaduras en la piel (mucha atención los que no tengan el cuero cabelludo muy poblado…), pueden darse golpes de calor, mareos, sofocos, insolaciones, lipotimias… Nada bueno para nuestra salud. Ni para nuestra seguridad vial.
El sol nos sienta muy bien. Pero mejor con moderación.
Si estás pensando que para evitar esas cuitas está el aire acondicionado, tampoco es correcto al cien por cien. Y es que si conducimos sin la capota, sintiendo el viento, no se dan las condiciones de aislamiento necesarias para que el aire acondicionado haga su trabajo de refrescarnos, creando ese pequeño oasis en el interior del habitáculo del coche. ¿Conclusión? Mejor no utilizarlo, especialmente en las horas de más calor, porque de poco servirá.
Si quieres disfrutar de la conducción al volante de un descapotable, elige mejor horas tempranas o vespertinas; y en las horas centrales haz uso de la capota.