A menudo hablamos sobre factores externos que pueden dañar la pintura del automóvil, como los insectos, las deposiciones de los pájaros, la incidencia de los rayos solares, la resina de los árboles… Pero, ¿qué hay de nuestras propias agresiones? ¿Las que podemos producir si no ponemos un poco de cuidado? Porque también cuentan. !Y mucho!
Cuidado con la altura del coche
¿Sabes cuál es la altura de tu automóvil? Pocos conductores lo saben. Sin embargo, este dato es interesante para, por ejemplo, saber si puedes entrar en un parking determinado. También conviene que no olvides si llevas algo en la baca del coche (bicicletas, maletas, tablas de surf) antes de entrar bajo un espacio techado, con un toldo o similar… Si la altura es mayor, podrías dañar tú mismo el techo del vehículo.
Esos bolardos invisibles…
¿A quién no le ha pasado alguna vez? Seguro que conoces a alguien que ha golpeado su coche con un bolardo al aparcar o al abrir la puerta. Hay veces que es como si no estuvieran ahí: el golpe está garantizado. Prestar atención antes y abrir la puerta con cuidado, por si acaso, son buenas precauciones para evitar un mal mayor.
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No hagas del bordillazo un deporte
Existen auténticos especialistas en golpear el coche contra los bordillos de la acera. Bien, esto no es malo sólo para los neumáticos (y para tu bolsillo, por cierto), sino que estropeará y afeará las llantas.
Atención cuando vayas detrás de camiones
Habitualmente pueden contribuir a que proyectar contra tu coche piedrecitas, polvo, barro… Evitar circular detrás de ellos largo rato, siempre que sea posible.