¿Duele menos chocar el coche contra un bolardo feliz? ¡En Madrid y Valencia sonríen a los automovilistas!

bolardos_decorados

Con sólo pensar en ellos las carrocerías de los coches se estremecen. Es difícil encontrar un vehículo que no recuerde sobre la piel de su chapa y pintura el tacto del metal o la piedra que habitualmente los constituyen. Concientes de ese pavor automovilístico a los bolardos, diversos colectivos ciudadanos, especialmente en Valencia y Madrid, han decidido que esta suerte de postes urbanos destinados a evitar aparcar sobre las aceras luzcan enormes sonrisas. ¡Ha nacido el bolardo amable!

 En ganchillo o como farolillos de papel, los bolardos se están convirtiendo en algunas ciudades españolas en un elemento más del arte urbano. Se trata, según defienden los coletivos ciudadanos que los “tunean”, de mostrar el rostro más amable de esos pequeños “menhires” tan poco gratos para la carrocería de los coches.

 No hay que engañarse, los bolardos son lo que son. Lo deja bien claro la definición que uno encuentra en la Wikipedia: “Un bolardo es un poste de pequeña altura, fabricado en piedra o en metal, ya sea aluminio fundido, acero inoxidable o hierro, que se ancla al suelo para impedir el paso o el aparcamiento a los vehículos. Se usa principalmente en hileras para evitar que los coches aparquen en las aceras, o para que no penetren en una zona peatonal. Además, algunos comercios los instalan ante sus escaparates debido al peligro de robo por alunizaje”. Amén.

Conscientes, pues, de su importante función disuasoria, y hasta sancionadora si golpeas tu coche contra uno de ellos, algunos artistas urbanos han decidido que el bolardo también puede y debe sonreir. Todo empezó en Valencia, en el casco antiguo, y de la mano de un colectivo denominado “Urban Knitting”. A través de internet, y con la colaboración de un grupo de tejedoras y ganchilleras, y por sorpresa, como suelen hacerse estas cosas, “personalizaron” una decena de bolardos con unos trajes a medida, realizados en coloridos tejidos, que no pasaron inadvertidos. En seguida, vecinos, comerciantes y viandantes, en general, aplaudieron la iniciativa. No hay constancia de que a los automovilistas les hiciera la misma gracia.

Con todo, aquella primera acción de arte urbano con bolardos, se difundió a la velocidad del rayo. Y pronto otros colectivos ciudadanos, en muchos otros municipios, replicó la idea. En el madrileño barrio de Lavapiés, por ejemplo, los “pequeños postes disuasorios” ha sido decorados y abridados con fundas de lana, tejidas a ganchillo, de vivos colores y diseños la mar de originales.

No estamos seguros de que si la carrocería de tu coche se topa con uno de esos bolardos felices te dé por sonreír, pero sí de que podemos ayudarte a que tu vehículo recupere su sonrisa. Tienes un taller CertifiedFirts, especialista en chapa y pintura, más cerca de lo que imaginas. ¡Encuentra el tuyo!

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