¿Alguna vez te has preguntado quién “bautiza” a los modelos de los coches? ¿Por qué les ponen los nombres que les ponen? ¿Qué criterios siguen los fabricantes a la hora de fijar la nomenclatura de sus vehículos? Nombres de proyectos, de empresas, de marcas, de productos… En general, los nombres deben ser únicos, cortos, fáciles de recordar, con buena sonoridad en diferentes idiomas, creativos, que apele a las características o a la esencia de lo que representan… Elegir un nombre, algo que en marketing se conoce como naming, no suele ser sencillo, así que ¿cómo lo hacen las casas de automóviles?
Al menos de momento podemos distinguir dos grandes “tendencias” por identificarlas de alguna forma. Por un lado están los coches que más que nombres tienen números. Es el caso, por ejemplo de Peugeot, que nombra a sus modelos con tres números: 206, 308… ¿Qué significa cada número? Lo veremos muy claro utilizando como muestra el modelo 308: el 3 (la centena) se refiere a la gama, el 0 está siempre en todas las nomenclaturas, y el 8 hace referencia a la versión (antes del 308, estuvo el 307). Este modo de elegir nombres lo vemos también en fabricantes como Audi, BMW o Mercedes. De esta forma lo que sería el “nombre propio” es el de la marca, mientras que el modelo concreto se identifica con algún número o alguna letra y número.
La segunda tendencia a la hora de elegir nombres es mucho más creativa. Nombres propios, regiones, ciudades han servido de inspiración para bautizar modelos de diferentes marcas, aunque completamente exentos de polémicas. Por ejemplo, cuando Seat decidió llamar a uno de sus modelos Arosa no se esperaba que un sector gallego exigiese que lo cambiase por Aorusa, que es el nombre en galego.
Cruzar las fronteras también se las trae. Lo que en un lugar significa una cosa en otro sitio significa algo totalmente distinto. Y hay que contar con la imaginación (a veces malpensada) de los automovilistas. Por ejemplo, el Volkswagen Jetta sufrió bromas sobre la “jeta”. El Fiat Regata cambió su nombre en Suecia porque allí regata significa algo menos afortunado… Hay unos cuantos modelos que, en ese sentido, han sufrido chistes y burlas, o podrían sufrirlos. Por aquí no se vende, pero imagínate que ves pasar un Mazda Laputa. En los años 70, en México Chevrolet tuvo que renombrar su modelo Nova porque los conductores afirmaban “que no iba”. Otro sufrido automóvil es el Lamborghini Reventón, que debe su nombre a un toro de lidia… pero en el subconsciente todos pensamos que sus neumáticos no son tan fiables como deberían.
Otra técnica para crear los nombres es combinar varias palabras. ¿Sabías que el Renault Twingo debe su nombre a la fusión de los bailes Twist, Swing y Tango? El Kia Picanto nace de la unión de las palabras piquant (picante) y canto (canción).
Otros no se complican tanto. Es conocidísima la afición a la tauromaquia de Lamborghini, así que buscar nombres para sus coches se hizo más fácil: toros de lidia famosos y objetos o herramintas relacionadas con el mundo del toreo. ¿Te habías dado cuenta de que Lancia utiliza las letras griegas para encontrar apelativos para sus automóviles? Repasa tus lecciones de griego y localiza a Thema, Epsilon… ¿Y qué dices de la reina de las ciudades? Ibiza, Toledo, León… Seguro que no tienes ninguna duda sobre a qué casa nos referimos.
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